Adéntrate en el fascinante mundo del Teatro Fru Fru, donde las luces del escenario iluminan no solo actuaciones memorables, sino también leyendas de fantasmas que acechan entre bambalinas.
En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Teatro Fru Fru no solo es un escenario teatral, sino un crisol de historia, vanguardia y misterios que cautivan a quienes se aventuran en sus rincones llenos de intrigas.
Historia y transformaciones
Desde su apertura en 1900 como Teatro Renacimiento, este icónico espacio ha experimentado metamorfosis que han marcado capítulos cruciales en la escena teatral mexicana.
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Pasando por distintos nombres y propietarios, el Fru Fru emergió como un faro cultural cuando, en 1973, Irma Serrano, "La Tigresa", lo adquirió en una subasta.
Bajo su dirección, el teatro se convirtió en un bastión de vanguardia y expresión artística audaz.
De Teatro Virginia Fábregas a Teatro Fru Fru
Antes llamado Teatro Virginia Fábregas en honor a la esposa del propietario, Francisco Cardona, y posteriormente conocido como Teatro Mexicano, el teatro encontró su identidad definitiva como Fru Fru durante la gestión de Irma Serrano.
Este período marcó el renacimiento del teatro, transformándolo en un espacio para la experimentación y la vanguardia, albergando obras alternativas y espectáculos adultos que desafiaban las convenciones de la época.
Vanguardia y Alejandro Jodorowsky
Durante la década de 1970, el Teatro Fru Fru se convirtió en un epicentro de vanguardia gracias a la visión innovadora de Irma Serrano y la colaboración con el renombrado escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky.
Ambos se vieron envueltos en un escándalo relacionado a Lucrecia Borgia, obra que devieron estrenar ambos a la misma hora, en teatros distintos, con la misma música y vestuario, luego de la intermediación de la Asociación Nacional de Actores, que citó a los abogados y a sus compañías.
Cuenta la historia que la obra de Jodorowsky se mantuvo en cartelera durante un periodo de cuatro meses, en marcado contraste con la producción de Irma Serrano, que perduró por dos años.
En el último día de la presentación de la producción de Alejandro, "La Tigresa" despachó a un enviado para invitarlo al Teatro Fru-Fru con el propósito de entablar una conversación.
Este encuentro resultó en un intrigante escándalo. "Gracias a la guerra que me diste, he ganado una fortuna. Permíteme expresarte mi gratitud con un regalo", afirmó la actriz mientras tomaba la mano de Jodorowsky y le colocaba un anillo de oro en el dedo medio, adornado con una calavera.
Esta historia fue divulgada por el propio Jodorowsky en su libro biográfico: 'El maestro y las magas'.
Decoración y ambiente único
La extravagante decoración del Fru Fru, con sus tapices de terciopelo, mármoles y la presencia de una estatua diabólica en el vestíbulo, no solo es estética, sino una declaración de la esencia única del teatro.
Este ambiente, entre decadente y provocador, sirvió como telón de fondo para la innovación artística y la transgresión de límites.
El Catrín del Fru Fru
Dentro de este escenario lleno de historia y vanguardia, emerge la figura del "catrín", un fantasma elegantemente vestido que parece ser más que una simple leyenda.
Se le atribuye la misteriosa influencia de causar el fracaso de las obras teatrales, tejiendo así una trama sobrenatural que se entrelaza con la rica historia del teatro.
Fantasmas y leyendas en el escenario
La imagen viral de un posible fantasma en el Teatro Fru Fru, que alguna vez fue el dominio de "La Tigresa", añade otro capítulo a las leyendas que envuelven este espacio.
Rebeca Moreno, vinculada al homenaje de Irma Serrano, sugiere la existencia de presencias paranormales, añadiendo un misterio adicional a la narrativa del teatro.
En el Teatro Fru Fru, cada función va más allá del escenario; es un viaje a través del tiempo, la vanguardia y los misterios que han dejado una marca indeleble en la rica tapestry cultural de México.
