Entre Copas y espíritus: La historia sobrenatural de Casa Tino en La Viña

Vista exterior de Casa Tino en Cádiz, España
Vista exterior de Casa Tino en Cádiz, España | Revista Esotérica

En la mágica penumbra de la calle la Rosa, donde las sombras danzan entre las estrechas callejuelas de La Viña, Casa Tino emerge como un faro de historias, tradiciones y, según algunos relatos, visitas de ultratumba.

Eva Zamorano, actual propietaria y mujer de Tino, comparte un testimonio que ha dejado perplejos a aquellos que se aventuran en la taberna.

"Tengo a una chica que viene a limpiar la cocina por la noche. Los cocineros se van, y ella llega alrededor de las cuatro de la mañana. Hubo un día que me preguntó quién era un señor con un mandil que le llegaba hasta los pies. Hay noches que llego y lo veo, siempre en el mismo sitio. Lo saludo, pero no me responde. Solo me mira al pasar. Después de un rato, se levanta y se va al cuarto de baño, y ya no se le vuelve a ver". Un relato que evoca tanto misterio como nostalgia.

Este señor con mandil, según la descripción de la limpiadora, coincide de manera sorprendente con el fundador de Casa Tino, el mismo Tino que dio nombre a esta icónica taberna gaditana. Eva revela que la empleada desconocía por completo la identidad de este espectro, haciendo aún más intrigante la conexión entre el mundo de los vivos y el de los que ya no están.

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Dicen que el fantasma de Tino visita por las noches su taberna de Cádiz / JULIO GONZÁLEZ (Cádiz) - Diario de Cádiz

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Las paredes de Casa Tino son testigos silenciosos de más de setenta y cinco años de historias, risas, lágrimas y, según algunos, presencias del más allá. Tino (hijo), ahora regente de la taberna, lleva más de cuatro décadas en este emblemático lugar. "Mi padre quería mano de obra barata. Tuve cuatro hermanas mayores, pero mi padre no solía meter mujeres en el bar, así que fui el primer varón y me tocó", recordó Tino, entrevistado para El Diario de Cádiz con una mezcla de nostalgia y humor. "Mi padre me dio 20,000 de las antiguas pesetas, y con ese dinero, a los 15 años, yo era el rey del mambo".

La taberna, que abrió sus puertas en 1948 como el Bar Celta, era el epicentro de la vida en La Viña. "Mi padre abría a las cuatro y media de la mañana y cerraba a las dos de la mañana. Vendía aquí hasta hortalidones", relata Tino, recordando los días en los que el ritmo de los turnos de Astilleros y Tabacalera llenaban el lugar. Pero los tiempos han cambiado, y La Viña ha evolucionado con ellos.

Eva Zamorano, diseñadora gaditana y esposa de Tino, comparte más que el relato del espectro. Rememora los buenos momentos con su suegro, destacando su sabiduría empresarial. "De él aprendí eso de que el ojo del amo engorda al caballo. Él siempre estaba en la barra controlando el negocio. Veía entrar al cliente y ya le estaba diciendo a mi marido: 'Venga, hombre, sírvele'. Espera, papá, que me quite el chaquetón. No, venga que se va... Era un profesional".

El local, con una pequeña imagen de la Virgen del Rocío enmarcada justo enfrente, es un lugar donde las historias y la espiritualidad convergen. La señora Patro, conocida bailaora y empresaria circense del barrio, acude diariamente a rezarle a la virgencita que custodia la entrada. "No me puede faltar. Y si, por lo que sea, Tino tiene cerrado, le rezo desde la puerta de la calle", compartió Patro después de depositar sus oraciones.

La historia de Casa Tino es más que la narrativa de un espectro en la noche. Es la crónica de una taberna que ha resistido el paso del tiempo, adaptándose a las transformaciones de La Viña. Entre las sombras de la calle la Rosa, donde la tradición y lo paranormal convergen, la presencia de Tino persiste, trascendiendo el tiempo entre el recuerdo y la realidad.

Angela Barraza

Periodista y escritora chilena. Fue panelista del programa VIGILANTES de La Red TV y del programa Combinación Clave de Radio La Clave.  

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